miércoles, 2 de septiembre de 2009

Negociación y Máquinas de Poder


Tercera y última parte


Finalizamos con la publicación de este interesante material de Cristián Vila Riquelme *.


“LA VIDA SON LAS MÁSCARAS
El “todavía no” es la libertad como problema, reconocer una no resolución que debe resolverse siempre a futuro. La libertad pensada como líneas de fuga, como estando relacionada con la negociación, es el reconocimiento de una no resolución, simplemente. Sin grandes objetivos (el futuro) sino que devenires, no yendo hacia ninguna parte (lo que para los amos es insoportable), el negociador no está del lado del absoluto sino que del lado de la vida, y la vida entendida como plenitud, como pura afirmación, no como objeto de control. La libertad como absoluto es la libertad encajonada en la noción de pureza y por eso la negociación no es pura, porque la pureza es la expresión del campo de la simetría o del resultado.
Cuando se habla de líneas de fuga hay que pensar, inmediatamente, en las posibilidades de existencia de espacios de creación o en la multiplicación de transversales que nos lleven de un punto a otro de la máquina social. La gran libertad es siempre lo que hay que conquistar y toda conquista es siempre una invasión. La libertad como conquista es el discurso de los amos y, al final, es sólo conquista, modo de paralizar, de detener, de fijar algo ahí, de negar el movimiento. Conquistar es tener un objetivo: paralizar el cuerpo invadido, porque el otro es siempre un enemigo. Por eso, el otro no es aquí más que un problema que resolver, un cuerpo que hay que negar en tanto movimiento o pura superficie sin límites.

Cuando se habla de líneas de fuga, de falerías, de disimulación, de transversales –de adyacencias- se abandona cualquier objeto de conquista o de violencia, cualquier noción de territorio, de frontera, de patria, de márgenes (el margen es todavía territorio, “respeto” de la demarcación de éste, de la designación del amo). Y la negociación es así puro desplazamiento: un desplazarse desplazando el problema; un ser-pez que “no va” a ninguna parte; un abandono de las grandes palabras, de todo escándalo o indignación. El negociador sabe que la vida son las máscaras y que la libertad no es más que experimentar el movimiento, porque se la reconoce en tanto que puro medio (el placer), polimorfia, pluralidad. En otras palabras, la libertad experimentada como génesis eterna, como devenir activo, no será jamás la libertad de los mártires, porque hay que saber que, a pesar del Malentendido imperante para controlar la vida, y como lo dice bellamente Gilles Deleuze: “La vida deviene resistencia al poder cuando el poder toma por objeto la vida.”
*Escritor y Doctor en Filosofía.
Horcón, Valparaíso. Chile.
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